Conmemorando el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, compartimos el testimonio de José Ramiro Tay, sobreviviente del Conflicto Armado Interno de Guatemala. Reconocemos a las familias que continúan en la búsqueda de sus seres queridos, incluso décadas después, como es el caso de muchas de las familias con las que trabajamos a diario.
Mi papá, Perfecto Tay, se estableció en esta comunidad [Aldea Chicojom], donde empezó a sembrar maíz, frijol y ayote. Se capacitó mucho en la conservación de suelo y agua, y la siembra de barreras vivas. También sembró árboles, trigo y algunas hortalizas. Fue alcalde auxiliar un año y dirigente comunitario. Era un padre muy atento y trabajador
Un viernes 8 de abril de 1983 llegaron con una orden para que mi papá se presentará en el destacamento. Pasaron 8 días, 10 días, 15 días y mi padre no volvió.
Él logró salir del destacamento. Fue torturado y pudo venir a la casa, pero herido. Ya no se quedó en la casa, estuvo como 10 días refugiado en diferentes espacios de la comunidad. Rastrearon todo hasta encontrarlo y se lo llevaron otra vez. Ahí fue cuando ya nunca salió.

Sufrimos una serie de situaciones, la tristeza al no tener a nuestro padre.
Mi mamá pasó a jugar el papel de padre y madre en cuanto a la alimentación, crianza y educación de los niños y niñas, porque en ese entonces todos éramos pequeños. En mi caso, yo no logré estudiar el nivel básico. La represión política fue para mí algo que cortó mi desarrollo personal. Yo como hijo mayor me quedé trabajando en la agricultura, junto a mi mamá, para sacar adelante a los menores.
Para nosotros fue duro perder al padre de familia, saber que ya no vive y cómo le quitaron la vida.

Me quedé trabajando un periodo de 13-14 años, sin estudios. Del 90 al 93, logré estudiar y sacar 3° básico. He sido dirigente cooperativista, y he recibido varios cursos sobre gerencia y administración. En la actualidad, estoy estudiando una Licenciatura de Trabajo Social. Me doy cuenta que la educación ayuda a poder despertar conciencias y contribuir al desarrollo de la comunidad.
Hemos luchado para encontrar los restos de mi papá. Sigue en el misterio dónde fue enterrado. Mi papá fue una persona que dejó huellas para el país y que tenía sus derechos, pero fueron violentados. La historia nos dice que debemos trabajar una memoria histórica por esas personas que sufrieron la violencia política, que fueron parte del país y que siguen siendo parte de él, porque son la historia del país. No debemos olvidar.