Te fuiste y no te conocí, pero he escuchado de tí,
tengo tu sangre que recorre mis venas,
tengo la fortuna de conocer tu historia y siento que es como tenerte a mi lado,
tener tu compañía y poder sentirte a pesar de que no te veo.
Siempre estas ahí, como la brisa en esos días de calor.
Saber de tí es mi alegría,
y la lucha para poder encontrarte seguirá hasta hallarte.
Ver a mamá llorar por tu ausencia duele, deseo algún día poder verte.
Gracias por no dejarla sola.
Gracias, abuelo, porque tu lucha es mi inspiración.
Eres como una mariposa blanca que me trae paz, como cada lluvia que limpia mi tristeza,
eres como un arcoíris, porque al verte en mis sueños me llenas de alegría,
eres como la música, porque inspiras al escuchar tu historia,
gracias por escucharme.
Deseo que me hables, no pude sentir tus abrazos,
esos abrazos que mi abuela describe como una cura,
esa sonrisa que mi abuela anhela ver otra vez,
esa mirada que ella quiere ver otra vez
y que ahora solo puede ver a través de una foto,
esa risa que la hacía feliz,
esa alegría que ella sentía al ver a su familia junta
aquella última vez hace 36 años.
Chimaltenango, junio de 2020